Coahuila en crisis; Colima, el hilo conductor de los próximos meses
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Hay un concepto clásico de Antonio Gramsci que define a la perfección el momento histórico que vive Coahuila: “crisis”, entendida ésta como un lapso en que lo viejo no acaba de marcharse y lo nuevo no termina de llegar.
Ese impasse democrático, que inició el pasado 4 de junio y a tres semanas de la jornada electoral persiste, es un terreno fértil para que surjan –a decir del mismo teórico italiano– aquellos que se aferran a lo que ya no tiene la misma validez (o sea que no es legítimo), y aquellos que se aferran a lo que vendrá, pero no ha llegado todavía (es decir, que no es legal aún). En el caso que nos ocupa, personificados por Miguel Riquelme y el PRI, y el Frente por la Dignidad respectivamente.
Mientras no declare la nulidad o validez de la elección para Gobernador el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, la crisis –política, en este caso– no podrá ser zanjada con llamados a la reconciliación (lo que sea que eso signifique) ni a golpe de talonario. Por el contrario, el precedente de Colima –analizado en este mismo espacio la semana pasada– será el hilo conductor de los próximos meses.
Allá, en los comicios de 2015, los principios de neutralidad e imparcialidad fueron sustancialmente afectados.
La neutralidad, por lo que hace al manejo de recursos públicos por parte de las autoridades estatales. “Si no se anula esta elección no se va anular ninguna otra, es decirle a los candidatos y secretarios de Estado que pueden violar la Constitución”, dijo el entonces magistrado de la Sala Superior, Salvador Nava Gomar. Al respecto el magistrado ponente del asunto, Manuel González Oropeza, consideró que anular la elección fue una “medida extrema”, sin embargo, “sólo así se garantiza el principio de neutralidad que debe prevalecer en los comicios”.
No trascendió a la opinión pública pero el Procedimiento Especial Sancionador UT/SCG/PE/JGG/CG/137/2017, iniciado por Javier Guerrero el 10 de junio en contra del Gobierno del Estado y Rubén Moreira, se parece mucho y puede ser clave para la nulidad.
Respecto a la imparcialidad, sucedió algo muy interesante que una vez más equipara el proceso electoral de Colima con Coahuila.
Las noticias falsas que se difundieron en internet y redes sociales durante la etapa de veda electoral (del 1 al 4 de junio), como la detención en Saltillo de supuestos camiones con dinero en efectivo procedentes de estados gobernados por el PAN (Durango y Tamaulipas, concretamente), o la captura en flagrancia de presuntos compradores del voto a favor del PAN en distintos municipios del Estado, también pueden provocar que se anule la elección.
Ya sucedió en Colima. Allá #FakeNews propagadas con idénticos fines en la misma etapa del proceso electoral, y contra similares objetivos, tuvieron un “efecto inhibitorio” de acuerdo a la calificación del Tribunal Electoral en la sentencia SUP-JRC-678/2015 y SUP-JDC-1272-2015, ya que la Procuraduría General de Justicia del Estado violó el principio de imparcialidad a que está obligada toda autoridad, al culpar sin elementos a promotores de campaña del PAN.
Acá en Coahuila, justo es decirlo, la Delegación en la Región Centro de la PGJE hizo lo mismo el 4 de junio. Reitero: ello bastaría para anular la elección de Gobernador.
Cortita y al pie
Colima, cabe señalar, es el segundo padrón electoral más pequeño del País (520 mil ciudadanos); cuatro veces menor a comparación de Coahuila. ¿Condiciona su tamaño la decisión de los magistrados? Bajo esa premisa, por ejemplo, sería impensable anular una elección en el Estado de México, la lista nominal más amplia. Como si los principios rectores de la función electoral fueran negociables en función del número de ciudadanos afectados.
Ahora bien, otro elemento subjetivo a considerar es que allá no hubo un frente común contra los resultados de la elección, ni se unieron cinco candidatos opositores en defensa del voto.
La última y nos vamos
El politólogo español Juan Carlos Monedero ha dicho que “hoy que la democracia parece universal, se ha vaciado de contenido: se ha reducido al voto y la política parece un juego de actores contratados para hacer mal un papel y que lo critiquemos”.
El autor sostiene que confundimos la democracia con el espectáculo de la democracia y lo real, de hecho, es el espectáculo.
Por ello no basta con nombrarla. A la democracia se le debe convocar. Un punto de partida muy sencillo es la indignación, no la resignación.
@luiscarlosplata