El tribunal silencioso
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Es la conciencia la voz superior que acompaña nuestra existencia dotándola de responsabilidad
Para Jorge, mi hijo. ¡Felicidades en tus 23!
El inmenso Leonardo Boff lo dice sin rodeos: “hay una voz dentro de nosotros que nunca conseguimos acallar. Es la voz de la conciencia. Ella está por encima del orden establecido y de las leyes vigentes (…) nadie se puede librar de la voz interior, la naturaleza primera, que inapelablemente lo acusa y pide castigo. Puede huir como Caín, pero ella continúa, como un tímpano, vibrando dentro de él. El corrupto huye aunque la justicia no lo persiga. ¿Quién ve dentro del corazón, para quién no existen secretos ni cámaras secretas? De nuevo la conciencia: ella juzga, amonesta, corroe por dentro, aplaude y condena.
“Las personas de espíritu de ayer y de hoy dan este testimonio: la conciencia es Dios dentro de nosotros. Poco importa el nombre que le demos según las diferentes culturas. Se trata de una instancia que es más alta que nosotros, cuya voz no consigue ser sofocada por el vocerío humano por fuerte que sea. Con acierto escribió Séneca: ‘La conciencia es Dios dentro de ti, junto a ti y contigo’.
“Abundan los ejemplos históricos. Voy a referir uno antiguo y otro moderno. En el año 310, el emperador romano Maximiliano mandó diezmar a una unidad de soldados cristianos porque se negaron a matar inocentes. Antes de ser degollados escribieron al emperador: ‘Somos tus soldados, emperador, pero antes somos siervos de Dios. A ti te hicimos el juramento imperial, pero a Dios prometimos no practicar ningún mal. Preferimos morir a matar. Elegimos ser muertos como inocentes a vivir con la conciencia acusándonos siempre’.
“Mil quinientos años después, el 3 de febrero de 1944, un soldado alemán y cristiano escribió a sus padres: ‘Queridos, he sido condenado a muerte porque me he negado a fusilar a presos rusos indefensos.
Prefiero morir, a llevar toda mi vida sobre mi conciencia la sangre de inocentes. Fue usted, querida madre, quien me enseñó a seguir siempre la conciencia y sólo después las órdenes de los hombres. Ahora ha llegado la hora de vivir esta verdad’. Y acabó fusilado”.
PERO SI LA RESPONSABILIDAD
La conciencia, esa vocecilla insistente, al ser “intocable y suprema”, también es guardián de la responsabilidad, de esa capacidad que sirve para prever y asumir las consecuencias del uso de nuestra irrenunciable libertad.
Hablando de responsabilidad, Ernesto Sabato afirma: “tú no tienes la culpa, pero sí la responsabilidad”. Y es cierto, tal vez individualmente no tengamos la culpa de muchas realidades que cotidianamente se presentan, de esas situaciones que nos ponen a prueba, inclusive al borde de la desesperación, pero indudablemente sí somos responsables de las acciones que, ante esto, son necesarias emprender.
SIN DUDA
En un ámbito más amplio, tal vez, individualmente, no seremos culpables de la inaceptable pobreza que millones de hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, padecen en nuestro País, de la creciente corrupción, impunidad, injusticia, dolor y desolación en la que la mayoría de mexicanos intentan sobrevivir.
Inclusive, personalmente podremos no ser culpables del narcotráfico, el desempleo, la violencia, la deforestación, de los incendios que devoran los bosques, ni de tantos otros males que actualmente padece México.
Ciertamente, podemos no ser los culpables de lo referido, pero –como dice Sabato– somos responsables de la respuesta que le damos a estos fenómenos y realidades; lo somos mediante nuestros actos y acciones a emprender, lo somos ante la familia, el medio ambiente, nuestras pertenencias y, evidentemente, ante los otros, ante la sociedad. Lo somos ante la voz íntima de nuestra conciencia.
SIN PENA NI GLORIA
Somos responsables de todo lo que la vida nos ha dado: los talentos y aptitudes, el don de la vida misma, la tierra, los animales, nuestro cuerpo, nuestras relaciones, de la contribución hacia la comunidad, de ese grano de arena que puede aportar algo mejor; pero también de la respuesta que le damos al dolor personal, a la enfermedad y a las situaciones difíciles e incompresibles que invariablemente se presentan en nuestra efímera travesía.
Hay personas que mejor optan por vivir sin pena ni gloria –ni fríos, ni calientes–, así andan con unas gruesas gafas oscuras para no ver, para ignorar; así eligen desatenderse de lo que acontece en el País o en su propia comunidad, así optan por “la vida privada”, o bien acomodaticiamente se “refugian” en la indiferencia de la multitud tratando de lavar sus manos ante la injustica, la indigencia o el dolor de los “otros”, pero la realidad es que con esta actitud solamente se hacen cómplices y corresponsables de esa injusticia que inútilmente intentan dejar de mirar.
Lo que estas personas ignoran es que esa aborrecida tibieza de conciencia algún día quedara al descubierto, entonces serán despojadas de su paz y efímera seguridad.
Además, cuando queriendo, pudiendo y debiendo no asumimos la responsabilidad, entonces caemos en uno de los peores pecados morales.
NO DECIDIR…
Y somos responsables porque, insisto, inevitablemente somos libres: no decidir es haber decidido. Siempre elegimos, aunque en ocasiones preferiríamos no tener que hacerlo. Sabemos que no somos libres de elegir lo que nos sucede y acontece, sino de la manera en que respondemos a lo sucedido.
En palabras de Aristóteles: “siempre que está en nuestro poder el hacer, lo está también el no hacer, y siempre que está en nuestro poder el no, lo está el sí, de modo que si está en nuestro poder el obrar cuando es bello, lo estará, asimismo, para no obrar cuando es vergonzoso…”. De nuevo la voz de la conciencia.
HAY MANERAS
Ante tanta diversidad hay muchos modos de vivir, pero creo que hay modos que no dejan vivir y que esos modos son, evidentemente, los que traspasan las fronteras de la responsabilidad personal, debido a que se obvia la voz de la conciencia.
Hay maneras de existir que, alejados de esa vocecilla, desdeñan y marginan toda posibilidad de aprender a responder activa y positivamente a la vida. Hay formas de vida que impiden desechar toda coacción social, material o instintiva, o renunciar a ser marionetas; maneras que no permiten tomar las riendas de la vida, ajustándose con alegría a su sentido, alcance, dificultades, triunfos y fracasos.
Afortunadamente, también hay personas que concuerdan con la sentencia de Camus: “la libertad no esta hecha de privilegios, sino que esta hecha sobretodo de deberes”.
LA ‘GRAN’ MIRADA
Continuando con Sabato: “el mundo del que somos responsables es
éste, y aquí: el único que nos hiere con el dolor y la desdicha, pero también el único que nos da la plenitud de la existencia, esta sangre, este fuego, este amor, esta espera de la muerte. El único que nos ofrece un jardín en el crepúsculo, el roce de la mano que amamos.
“Cuando nos hagamos responsables del dolor del otro, nuestro compromiso nos dará un sentido que nos colocará por encima de la fatalidad de la historia. Como centinela, el hombre debe permanecer en vela, porque todo cambio exige creación, novedad respecto a lo que estamos viviendo, y la creación sólo surge en libertad y esto está estrechamente ligado al sentido de la responsabilidad”.
Además, parafraseando a Publio Siro, cuando optamos por seguir la voz de la conciencia, la responsabilidad y el compromiso ante la libertad y la mismísima existencia, seguramente no terminaremos con las manos llenas, pero sí muy limpias y esas son, precisamente, las que Dios no solamente mira, sino sobre todo acoge, bendice y abraza.
INDESTRUCTIBLE
Insiste Bloff: “¿Qué fuerza es ésta que en estos dos pequeños relatos llenó de valor a los soldados romanos y al soldado alemán para poder actuar así? ¿Qué voz es la que los aconsejó antes morir que matar? ¿Qué poder posee esa voz interior hasta el punto de vencer el miedo natural a morir? Es la voz imperiosa de la conciencia. Nosotros no la creamos, por eso no podemos destruirla. Podemos desobedecerla. Negarla. Reprimir los remordimientos. Pero silenciarla, no podemos”.
Es la conciencia el severísimo tribunal silencioso que, inevitablemente, acompaña nuestra existencia, siendo también la piedra angular de la responsabilidad e integridad personal. Por eso, los corruptos y malvados no tienen salida alguna.
cgutierrez@itesm.mx
Programa Emprendedor
Tec de Monterrey
Campus Saltillo