Embarazo adolescente, ¿fenómeno desatendido?
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Los embarazos en adolescentes en Coahuila conforman un problema de salud pública que parece incontenible a causa de la ineficiencia de las dependencias competentes
Cuando un fenómeno de la agenda pública mantiene su incidencia, pese a la existencia “formal” de políticas públicas teóricamente orientadas a contenerlo, se puede afirmar, sin necesidad de ser demasiado perspicaz, que las causas detrás de tal comportamiento son realmente muy pocas.
Una de ellas tendría que ver con el diseño y ejecución de las políticas públicas aplicadas al caso: o fueron mal diseñadas, o están siendo implementadas de forma deficiente, o no se les está dando el seguimiento adecuado, o los resultados que arroja dicho seguimiento no están siendo utilizados para corregir el rumbo.
La segunda —y más grave— sería que en realidad no se estuviera haciendo nada y que la autoridad solamente “simulara” estar combatiendo el fenómeno pero sin contar para ello con un verdadero plan de acción, sino apenas una dosis de dudosa “buena voluntad”.
Y aquí encaja a la perfección el dicho aquel que advierte cómo de buenas intenciones se encuentra pavimentado el camino al infierno.
El comentario viene al caso a propósito del reporte que publicamos en esta edición, relativo al fenómeno de adolescentes embarazadas que en nuestra entidad, como se ha publicado en repetidas ocasiones, constituye un auténtico problema de salud pública.
De acuerdo con la titular de la Procuraduría de los Niños, Niñas y la Familia, Yezka Garza Ramírez, las cifras más recientes con las cuales cuenta la dependencia indican que en los últimos 15 meses habrían sido atendidas más de 2 mil 200 menores de edad en estado de gravidez.
La cifra es de por sí alarmante, pero se vuelve aún más cuando se le añade un dato realmente perturbador: el 35 por ciento de estos casos corresponden a niñas que están gestando por segunda o tercera ocasión.
Pero si la cifra anterior convoca a realizar múltiples cuestionamientos, la respuesta de Yezka Garza a la pregunta sobre si ha disminuido o no el índice de embarazos en Coahuila es para dejar helado a cualquiera: la titular de la PRONNIF no puede responder, ¡porque aún no cuenta con las cifras definitivas de 2016!
Han transcurrido cuatro meses y medio desde que concluyó el año anterior y la dependencia no ha sido capaz de hacerse con las cifras que teóricamente son indispensables para “calibrar” su política pública (si acaso la tiene) en materia de embarazos adolescentes.
Con tales datos a nadie puede extrañarle que el fenómeno siga incontenible en la entidad, pues lo que pareciera evidenciarse es una absoluta desatención de la realidad.
Porque si en la PRONNIF no son capaces ni siquiera de mantener las estadísticas más elementales al día, resulta muy difícil creerles que realmente han diseñado y puesto en práctica una política pública orientada a contener y disminuir el fenómeno de los embarazos en adolescentes