¿Es tu hijo un niño "bully"? Tienes que leer esto
Desde alguien que tiene el corazón destrozado por la manera en que se ha juzgado a sus hijos, que son todo para ella, por favor, tratemos todos de ser un poco más afectuosos y un poco más comprensivos
Estaba mirando a mis dos hijos menores en el espacio para bebés de Carrot Patch en Kidopolis en el Museo de la Curiosidad Natural en Thanksgiving Point, cuando de pronto el hombre sentado a mi lado saltó del banco de observación para padres.
“¡Eh, eh!” gritó. Yo miré y vi a una niña y un niño pequeños, que me parecieron hermanos, peleando con bastante agresividad por unas remolachas rellenas.
“Eso no está bien”, dijo con firmeza, y agarró a su hija acercándola hacia sí con gesto protector. El varón miró al hombre y tomó aire rápidamente para luego echarse a llorar.
“Querido”, oí otra voz, más suave que llegaba de atrás. Una mujer, probablemente la esposa de este hombre, me miró y lo retó con suavidad por su abordaje tan abrupto.
“Ya sé, reaccioné excesivamente”, dijo el hombre, bajando el tono. “No tendría que haber sido tan duro. Pero me invadió el Modo Papá Protector y no pude contenerme”.
De golpe, fue evidente que la niña pequeña no tenía ninguna relación con el niño que la estaba rasguñando. Con algo de timidez, el hombre se acercó a otra mujer que apareció en el banco con mirada preocupada, extendiendo la mano hacia su niño pequeño, que todavía seguía histérico.
“Lamento haberme enojado con su hijo”, dijo el hombre, explicando lo que había pasado. Después de varios intentos infructuosos de tranquilizar al niño, la mujer lo apartó de sus brazos y lo condujo, junto con un bebé en el cochecito, fuera del Carrot Patch de la discordia.
“¡Vaya!” pensé. “Fue agradable que el hombre se disculpara, aunque su reacción probablemente fuera justificada. Después de todo, ¡ese niño estaba atacando a su hija!”
El hombre volvió a ocupar su lugar a mi lado en el banco. A los dos minutos, vio el intento de su hija de robarle una carretilla a otro niño.
“¡No, no!” volvió a gritar el padre. “¡No hagas eso! No olvides cómo aquel niño te acosaba, y no queremos hacer lo mismo y acosar a otras personas”.
Mi corazón dio un vuelco. Mis pensamientos se dirigieron instantáneamente a esa mamá –esa mamá dulce y preocupada que se fue con su hijito asustado, que no debía tener más de 4 años- y de pronto quise correr a buscarla. Quería abrazarla y decirle que ese niño pequeño no era un bully. Ni siquiera tiene todavía esa capacidad o entendimiento. Aunque estaba frustrado y enojado porque quería el mismo juguete que la otra niña y aunque expresó su rabia de mala manera, no era un bully.
Yo sé lo que es ser una mamá así. La que siempre está preocupada por su hijo –no por lo que otro pueda hacer sino por lo que mi hijo podría hacer. Sé lo que es que les griten a mis hijos y sentirme mal por no ser la clase de mamá que ellos, o yo, pensamos que debería ser.
“Sólo para que lo que sepas”, oigo cada tanto, generalmente acompañado de una mueca y una sonrisa tensa, “tu hijo dijo/hizo esto”.
Y yo quiero decir con desesperación “sólo para que lo sepas, mi marido y yo hemos pasado horas de rodillas rezando por ese chico. Sólo para que lo sepas, hemos tenido infinidad de charlas, de lecciones vespertinas en la casa familiar, de discusiones a solas y tiempo cara a cara para tratar de enseñarle el poder del amor y la bondad. He leído prácticamente todos los libros sobre crianza de los hijos que puedo encontrar. He probado todas las técnicas de crianza. He sido cariñosa. He sido afectuosa y lógica. He demostrado autoridad. He tratado de obrar magia con juegos y con mapas estelares. He probado el silencio. He probado las palizas. Agoté todas mis opciones, y no me doy por vencida, pero para que lo sepas, estoy tratando”.
Ha habido otras mujeres, mujeres a las que me gustaría parecerme, que me persiguieron, me siguieron hasta mi auto para decirme “Escucha. Sólo para que lo sepas, estás haciendo las cosas muy bien”.
Esos comentarios sinceros han tenido un impacto enorme en mi vida y dejaron huellas de amor en mi corazón. Son los comentarios que me dan fuerza para seguir adelante, seguir amando y seguir intentando.
No digo que no sea importante resolver problemas serios con nuestros hijos y corregir una conducta inapropiada. Es crucial. Pero, por favor, desde alguien que tiene el corazón destrozado por la manera en que se ha juzgado a sus hijos, que son todo para ella, por favor, tratemos todos de ser un poco más afectuosos y un poco más comprensivos.
Y sólo para que lo sepas, he visto cambios significativos en mis hijos en los últimos meses haciendo simplemente eso.
Tratar. Amar. Perdonar. Repetir.