Estado de provocación
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No hay un tema, sino uno que los agrupa a todos. Me refiero a las malas noticias sobre la gobernanza del país y la irritación que está provocando. Se ve, se siente, la gente está caliente.
Vivimos no un estado de derecho sino un estado de provocación e irritación al ciudadano. Nuevos agravios se suman a diario y ninguno de los que surge se resuelve satisfactoriamente.
Provoca la ira ciudadana el bono de los diputados. Medio millón los federales y casi doscientos mil pesos los locales. A título de qué, no sabemos. No puede ser por desempeño, tampoco puede ser por puntualidad. Huele como lo infiere Manuel Clouthier Carrillo, a apapacho para obtener conformidad.
Provoca la más absoluta desconfianza que el Gobierno Federal haya inventado todo una maniobra de encubrimiento para librar al Ejército de su responsabilidad en el caso de la matanza y desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. La investigación de la periodista Anabel Hernández deja claro que el Ejército participó activamente para recuperar un cargamento de heroína.
Provoca una sensación de enojo colectivo el hecho que gobernador tras gobernador están dejando el cargo con estados endeudados más allá de todo rescate posible y acusados de cientos de desvíos de recursos en su beneficio. La gente ya llenó el vaso hace tiempo. Todo esto derrama en la paciencia que está hirviendo.
Provoca gran dolor enterarnos que se capturó un camión refrigerado, una buena para el Ejército, con cuerpos de niños destazados y carentes de órganos vitales. Un hecho similar se evitó por parte del doctor Mireles cuando en Tepalcatepec detuvieron a una camioneta refrigerada transportando a una veintena de niños hacia el puerto de Lázaro Cárdenas. O sea que la noticia no nos debe extrañar.
Localmente, las invasiones a casas en colonias privadas y secuestros están provocando un estado miedo y alarma. No se ve progreso; sálvese quien pueda.
Luego tenemos todos los casos que se van perdiendo capacidad noticiosa por el paso del tiempo: que si la Casa Blanca, o la de Malinalco. El hijo del Secretario de Gobernación capturado con droga. La lista es interminable.
La gente se duele, quiere soluciones, pero se da cuenta que aquéllos a los que se debe solicitar el remedio son precisamente los que están abusando de sus puestos. Es como la fiesta de las ratas previa a que se hunda el barco.
Nuestro gobierno no está funcionando y esto ha llegado ya a límites insoportables. La gente no considera justo que unos trabajen para que otros simplemente se acomoden y atrincheren en un puesto público para desde allí saquear y saquear sin límite.
El problema se da a nivel federal y también a nivel local. No ha llegado a ser noticia pero debo advertir que en Nuevo León ya se habla muy mal de las exigencias que algunos funcionarios están imponiendo para contratar obra pública. Altas comisiones que por no haber recursos quizá están quedando pendientes de entrar en vigor.
¿Ahora qué sigue? La elección de 2018 se ve aún muy lejos a lo que requiere remedio inmediato. La posible revocación de mandato de “El Bronco” es un tema que tomará más y más fuerza a medida en que insista postularse para un puesto para el cual ha demostrado ser totalmente incapaz. Si no puede administrar una agenda personal mucho menos todo un país.
Ante tanta provocación a los ciudadanos, la presión para un cambio radical vendrá posiblemente de los Estados Unidos. Por un lado el Gobierno de Trump y por otro los mexicanos que trabajan ilegales y que se sienten presionados ante la posibilidad de quedarse sin país y sin empleo.
El ejemplo de Cherán, el municipio que se independizó y creó su propio gobierno fuera del marco constitucional va a estar martillando fuertemente en las mentes de muchos mexicanos que ya quieren ver un cambio positivo. Ante tanta provocación estamos frente a un escenario de posible inestabilidad social.
javierlivas@prodigy.net.mx