Este es un nuevo día
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¿Quién puede decir que Facundo Cabral murió aquel fatídico 9 de julio de 2011, si sus palabras de paz siguen vivas y más vigentes que nunca?
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad”.
John Donne, poeta inglés.
“¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece? ¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla? ¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe? ¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?
“Ningún hombre es una isla entera por sí mismo. Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”.
Estas palabras de John Donne (1572-1631) hoy resuenan en recuerdo del poeta que escribiera: “ama hasta convertirte en lo amado, es más, hasta convertirte en el amor”.
Me refiero a Facundo Cabral quien fue asesinado en Guatemala el 9 de julio de 2011. Pareciera que fue ayer, pero ya han pasado seis años.
FATÍDICO DÍA
En 1996, la UNESCO lo declaró “Mensajero Mundial de la Paz”, pero irónicamente fue en ese fatídico 9 de julio que la hija del diablo, la fría violencia, esa (la mismísima realidad sangrante que en las calles de México hoy continuamos respirando) centró su maldad, su perversidad, en aniquilar físicamente al trovador, a ese heraldo del amor y la libertad, a Facundo Cabral, a ese argentino, mexicano, chileno, guatemalteco, colombiano, a ese caminante, a ese hombre con visa de todas las nacionalidades y corazones de América, a ese enamorado por la vida que con su canto de esperanza todos los días le echaba una mano a Dios.
La imagen del asesinato sigue presente en la memoria de los que gustamos de su música; pero hay que decir que ciertamente abatido cayó su cuerpo, pero no sus ideas, no su humor, jamás su poesía y oraciones a la vida, nunca su valiente denuncia contra la injusticia, la esclavitud, la inequidad y el abuso de los gobiernos, políticos y demás poderosos perversos, inhumanos y farsantes. Porque ninguna maldad del mundo podrá acallar, silenciar, el canto del amor, de libertad y esperanza.
En un tiempo el cáncer no pudo hacer lo que el odio, lo que esas malditas balas hicieron a Facundo, a ese hombre que aún canta: “en una eternidad siempre se puede empezar de nuevo, y esto es tan cierto que el paraíso no está perdido, sino olvidado”, a ese hombre para quien “cada mañana era una buena noticia, cada niño que nace es una buena noticia, cada hombre justo es una buena noticia, cada cantor es una buena noticia, porque cada cantor es un soldado menos”.
A PESAR
Facundo, a pesar de su enfermedad, estaba totalmente vivo, la muerte así lo sorprendió, totalmente pleno: “somos –decía– hijos del amor, por lo tanto nacemos para la felicidad (fuera de la felicidad son todos pretextos), y debemos ser felices también por nuestros hijos, porque no hay nada como recordar padres felices. Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo”.
En sus conciertos, refiriéndose a su madre, Sara, recordaba la oración que ella rezaba: “Señor, te pido perdón por mis pecados, ante todo por haber peregrinado a tus muchos santuarios, olvidando que estás presente en todas partes. En segundo lugar, te pido perdón por haber implorado tantas veces tu ayuda, olvidando que mi bienestar te preocupa más a ti que a mí. Y por último, te pido perdón por estar aquí pidiéndote que me perdones, cuando mi corazón sabe que mis pecados son perdonados antes que los cometa. ¡Tanta es tu misericordia, amado Señor!”.
Sigamos con algunos de sus pensamientos:
“Haz sólo lo que amas y serás feliz, y el que hace lo que ama está benditamente condenado al éxito, que llegará cuando deba llegar, porque lo que debe ser será y llegará naturalmente. No hagas nada por obligación ni por compromiso, sino por amor.
Entonces habrá plenitud y en esa plenitud todo es posible. Y sin esfuerzo, porque te mueve la fuerza natural de la vida, la que me levantó cuando se cayó el avión con mi mujer y mi hija; la que me mantuvo vivo cuando los médicos me diagnosticaban 3 ó 4 meses de vida.
“Dios te puso un ser humano a cargo y eres tú mismo. A ti debes hacerte libre y feliz, después podrás compartir la vida verdadera con los demás. Recuerda a Jesús: Amarás al prójimo como a ti mismo. Reconcíliate contigo, ponte frente al espejo y piensa que esa criatura que estás viendo es obra de Dios; y decide ahora mismo ser feliz, porque la felicidad es una adquisición.
“Además, la felicidad no es un derecho sino un deber, porque si no eres feliz, estás amargando a todo el barrio. Un solo hombre que no tuvo ni talento ni valor para vivir, mandó a matar seis millones de hermanos judíos”.
NO PERDISTE A NADIE…
Facundo también cantaba: “no perdiste a nadie, el que murió, simplemente se nos adelantó, porque para allá vamos todos.
Además lo mejor de él, el amor, sigue en tu corazón. ¿Quién podría decir que Jesús está muerto? No hay muerte: hay mudanza. Y del otro lado te espera gente maravillosa: Gandhi, Michelangelo, Whitman, San Agustín, la Madre Teresa, tu abuela y mi madre, que creía que la pobreza está más cerca del amor, porque el dinero nos distrae con demasiadas cosas, y nos aleja porque nos hace desconfiados”.
TANTAS MARAVILLAS
“Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo. Tenemos para gozar la nieve del invierno y las flores de la primavera, el chocolate de la Perugia, la baguette francesa, los tacos mexicanos, el vino chileno, los mares y los ríos, el fútbol de los brasileiros, “Las Mil y Una Noches”, “La Divina Comedia”, “El Quijote”, el “Pedro Páramo”, los boleros de Manzanero y las poesías de Whitman, Mahler, Mozart, Chopin, Beethoven, Caravaggio, Rembrant, Velásquez, Picasso y Tamayo, entre tantas maravillas.
“Y si tienes cáncer o SIDA, pueden pasar dos cosas y las dos son buenas; si te gana, te libera del cuerpo que es tan molesto: tengo hambre, tengo frío, tengo sueño, tengo ganas, tengo razón, tengo dudas... y si le ganas, serás humilde, más agradecido, por lo tanto, fácilmente feliz.
“Libre del tremendo peso de la culpa, la responsabilidad y la vanidad; dispuesto a vivir cada instante profundamente como debe ser.
“(…) Y que no te confundan unos pocos homicidas y suicidas, el bien es mayoría pero no se nota porque es silencioso, una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, hay millones de caricias que alimentan la vida”.
DESDE LA ETERNIDAD
¿Quién podría decir que Facundo murió ese 9 de julio? Han pasado años de su muerte, pero su canto, creatividad y la profundidad de sus palabras siguen vivas en un perene legado: no puede morir quien en vida se compuso y cantó al amor y la fraternidad.
Su memoria permanece en el corazón de quienes abrevamos de su música. Seguro estoy que, ante el agravio de su asesinato, Facundo desde la eternidad al mundo sigue cantando: “no hay muerte, hay mudanza. ¡Que no los confundan mis asesinos!”.
Su canto permanece presente: “este es un nuevo día”.
cgutierrez@itesm.mx
Lic. Carlos R. Gutiérrez Aguilar
Programa Emprendedor
Tec de Monterrey
Campus Saltillo