Insuficiencia defensiva
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Puede haber un sida social.
Su síndrome sería también la deficiencia en las defensas. Los organismos vivos y sociales se vuelven vulnerables cuando disminuye la capacidad de defenderse. La consecuencia es la multiplicación de las infecciones.
El sistema defensivo de una sociedad es un blindaje normativo que facilita la convivencia pacífica porque evita que el ejercicio del derecho propio lesione o no respete el de los demás. Si la norma no es clara o no es conocida, si no se interpreta bien o se aplica sin equidad, queda inoperante, debilitado o averiado el cerco legal defensivo.
La sanción es otro ingrediente que no puede faltar en una sociedad que quiera proteger el orden que le da equilibrio y funcionalidad. Si no hay denuncias fundadas y oportunas, si no se comprueban con suficiencia las culpabilidades, si los juicios resultan parciales o las sentencias insuficientes o no se cumplen a cabalidad, si no se combaten los virus de la venalidad y la corrupción codiciosa, la sociedad queda indefensa por la creciente impunidad.
El uso puntual y proporcionado de la fuerza es un recurso defensivo que sólo se aplica por la autoridad cuando se han agotado los medios pacíficos y está en riesgo la seguridad de la mayoría. Los desbordamientos manifestativos en las calles son prácticas democráticas aceptables en situaciones extremas en que se reclama algo esencial. Sin embargo, si es un procedimiento constante para buscar acuerdos o concesiones, es un signo de que no están funcionando los diálogos institucionales ni se anteponen las conversaciones de avenimiento.
El uso de armas letales es una defensa cuando hay ataque delincuente similar. No es medio apropiado para represiones. Cachiporra, gas, escudos, agua se han empleado en todo el mundo para controlar una multitud.
Se padece sida social cuando esta ensalada defensiva no tiene todos sus ingredientes o algunos se han desvirtuado hasta la complicidad culpable y se convierten en “fuego amigo” y equivale al “no me defiendas, compadre” del coloquio popular. Si lo que debiera defender es lo que ataca, ya no sólo es deficiencia o resistencia, sino hostilidad ofensiva.
Se expresa ahora el dolor, la compasión, el horror, pero la única forma de no caer en desesperanza es hacer eficiente el sistema inmunológico que se ha atrofiado y debilitado para que el estado habitual de la comunidad no sea la infección de desapariciones, masacres y que la fosa común se convierta en un subsuelo en constante ampliación territorial.
De pronto, cuando las estadísticas van en descenso se da un alza súbita e inesperada de violencia letal. Lo que se consideraba un logro amacizado exhibe su inconsistencia y vuelve el estado de alarma por falta de seguridad.
El sistema inmunológico con su trabazón de normas. Las precauciones ciudadanas prácticas. El fomento de valores en el nuevo plan educativo para una convivencia civilizada y pacífica puede hacer posible su activación, ajuste y actualización. No puede haber salud social con inmunodeficiencia que deje sin protección y a la intemperie la vida comunitaria.