Justicia Pandora
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Antes que mejorar, empeoramos. Eso es lo que ha traído el paquete de reformas en los procesos penales. La mitad de la culpa es de Calderón y la otra de Peña. Uno por iniciador, el otro por no parar el desastre. Ocho años después del lanzamiento, caímos en la “justicia Pandora”, llena de sorpresas desagradables.
Antes caía gente a la cárcel por robarse un kilo de barbacoa. Ahora los grandes delincuentes gozan de la protección de la Pandora judicial, generadora de caos procesal, que garantiza la libertad de los peores delincuentes.
¿Acaso mejoramos porque fuimos de un extremo al otro? Claro que no. La justicia es precisamente un valor que se precia de ser el equilibrio perfecto entre dos extremos igualmente nefastos. La balanza sostenida por Themis no es adorno.
El desastre lo percibimos todos. Desde el ministro Cossío, hasta el despachador de gasolina. Alguien falló y habló con conocimiento de causa como coautor de un código de procedimientos civiles moderno. En su momento fue palomeado por maestros, magistrados, litigantes y otros expertos. En materia penal alertamos de los peligros. Con Calderón los procesos penales se desquiciaron por completo. Ah, pero Peña los presume.
El código procesal del que fui coautor es el único del planeta que se ha redactado buscando lo que se llama en cibernética el “empate de variedad” y creo que lo logra mejor que ningún otro. Sin embargo, no contábamos con la imbecilidad de Nati, quien lo ignoró y terminó aprobando un batidero.
Este enfoque radicalmente novedoso debió aplicarse en lo penal, pero Fox no me entendió nadita, y más ineptos y cerrados resultaron Calderón y Peña. Para que ellos entiendan, si leen esto: aumentaron la carga y enflacaron al burro.
1.- Con la ampliación del amparo para cubrir “derechos humanos” en vez de garantías, la “variedad” que debió controlarse explotó. Esto quiere decir que la carga de control se hizo exponencialmente mayor a la que de por sí nos rebasaba, protegiendo solamente las garantías individuales.
2.- Otro disparador de la “variedad de perturbación” fue introducir la presunción de inocencia sin los controles apropiados. Lo que no funcionaba lo hicieron aún más complicado y difícil. La intención buena, la solución pésima. No sabían ni papa de lo que es la venganza de Pandora.
3.- Otro detonante sin contraveneno: aprobar procedimientos rigurosos sin la capacitación debida, generando vacíos burocráticos y recovecos legaloides que cualquier buen abogado aprovecha. Las cortes no tienen otro remedio que conceder amparos, dijo Cossío, porque “ellos no hacen las leyes”. No. Las importaron y mal copiaron Calderón y Peña, y la Suprema Corte no pudo enviar un memorándum alertando.
4.- Otra muestra: nuestros presidentes creen en las pruebas de confianza administradas en ocasiones por las organizaciones de los llamados “malitos”. Aparte, éstos están metidos con legisladores para manipular al Congreso de la Unión. ¿Así cuándo fregados vamos a tener justicia verdadera? Nunca.
Técnicamente la falla es clara. La “variedad” es sinónimo de dificultad, caos, entropía. Ellos la aumentan en vez de someterla; la inyectan a la sociedad, en vez de inyectarle el antídoto. En español: las leyes están hechas con maña y sabemos que los más beneficiados son los AMP oportunistas, jueces y magistrados venales, abogados avariciosos y delincuentes irreformables.
Mis libros con la cibernética del derecho y del Estado son de 1986 y de 1994. Explican precisamente el “empate de variedad” —o teoría de control— que, a mi juicio, es la mejor manera de garantizar una administración de justicia de primer mundo.
Esto sigue sin enseñarse en las escuelas, pero la gente sensata, de buena fe lo entiende. Si queremos evitar la justicia Pandora no podemos seguir poniendo el País en manos de gobernantes corruptos y/o imbéciles.
javierlivas@prodigy.net.mx