Pasatiempos y entretenimientos
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Se exhibe el verbo leer como magia cultural.
Pero es como el verbo comer… No es buen consejo decir: “coma usted, coma todo lo que pueda y eso le dará salud”. Tampoco lo sería el aconsejar leer y leer. Comer y leer son verbos benéficos sólo si se relacionan con alimento nutritivo o con contenido humanizante. Hay pésimas lecturas, no sólo por su estilo ramplón, sino por su contenido corrupto. Y hay también platillos que parecen suculentos y son indigestos y tóxicos.
Quienes compran un libro están comprando tiempo. Están comprando retazos de vida. Recordamos aquella queja de un lector adicto: “a estos libros voluminosos les falta una bolsa de plástico que contenga el tiempo necesario para leerlos”. No pocos consideran el libro como uno de tantos pasatiempos ofrecidos al consumismo contemporáneo. Los entretenimientos y los pasatiempos están en amplios estantes y escaparates en la feria de los “tiempos libres”. Se busca con qué llenar el ocio después de terminar el negocio.
Aquí tenemos esta sección de spinners y de juegos electrónicos para teléfonos inteligentes. Muchos de ellos son juegos de combate en que se mata y se golpea, se derriba y se hiere. Ahí está ese muchacho universitario con tecleos rápidos y mirada casi estrábica dirigida a la minipantalla de su celular, mientras los libros esperan en su escritorio. Juegos desde los tradicionales, ya digitalizados, de ajedrez, damas o dominó; hasta los que manejan toda la imaginería de efectos visuales y auditivos.
Películas y series de Netflix, televisión de videos musicales y programas frívolos, o historietas de cerradura para mirones de vidas ajenas, son depredadores que devoran segundos, minutos y horas de vida que pasa. Bebida en mano y bocadillos variados pueden llenar una tarde futbolera de televisión. Es tiempo que pasa pero tiene la virtud, nada despreciable, de la compañía y la afición compartida con familia o con amigos.
Al último día de la semana (sábado) y al primero (domingo) se les llama fin. Se ven como tiempo para pasar tiempo y para entretenerse. Pueden ser preciosas horas de inversión inteligente y bien planeada para crear ambientes felices de encuentro, saludo, comunicación y recreación relajante. O engarce de aburrimientos somnolientos, de tiempo desperdiciado.
La oferta de pasatiempos y entretenimientos inundan mente e imaginación, no dejan lapsos suficientes para pensar y para callar, con el silencio interior reconfortante y reparador. O para tratar a Dios, preparando –para más allá del tiempo– la futura eternidad…