Sin luz, agua, gas ni suministros, 'Comedor de la Misericordia' de Saltillo está punto de cerrar; piden ayuda
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Debido a la falta de apoyo por parte de autoridades y ciudadanos para sostenerse, el “Comedor de la Misericordia” está a punto de cerrar sus puertas y dejar de apoyar con alimentos a unas 300 personas diariamente
Debido a la falta de apoyo por parte de autoridades y ciudadanos para sostenerse, el “Comedor de la Misericordia” está a punto de cerrar sus puertas y dejar de apoyar con alimentos a unas 300 personas diariamente.
Aunque en otras ocasiones el comedor comunitario ha estado a punto de dejar de operar, ahora además de haberse quedado sin suministros para preparar los alimentos que día a día ofrece a gente de bajos recursos, también tiene interrumpidos los servicios de agua, gas y luz por falta de pago.
Irma Aguiñaga Gómez, artífice de este proyecto social, dijo que está decepcionada ante la indiferencia de los gobiernos municipal y estatal, a quienes ha solicitado ayuda para mantener el comedor, pero no ha recibido respuesta.
“Ya enviamos oficios al Alcalde, al Gobernador, y hasta ahorita nada. Fuimos al Voluntariado, al DIF municipal, hablamos con el secretario particular del Alcalde y nada”, señaló.
Declaró también que ya ha acudido a las diferentes tiendas de autoservicio para pedir le sea otorgado el apoyo del redondeo, pero tampoco el comedor ha sido beneficiado.
En este sentido, anunció que de seguir así la situación se verá obligada a cerrar esta fonda, que diariamente ofrece unos 300 platillos de manera gratuita a los más necesitados.
“Ellos no entienden de estos problemas, ellos llegan diciendo que vienen a comer porque tienen hambre”, señaló.
Y dijo que su única esperanza es que la sociedad civil saltillense siga apoyando esta labor, “o de lo contrario el comedor va a tener que cerrar sus puertas”, reiteró.
Este comedor, que tiene 10 años en la calle de Múzquiz 472, entre Acuña y Xicoténcatl, empezó a ayudar a los necesitados hace 30 años, y sus primeros 20 peregrinó por al menos 16 casas del centro. Un día, por iniciativa del obispo emérito de Saltillo, Francisco Villalobos, les fue otorgada en comodato la hoy famosa casa donde el comedor despacha.
Indigentes, payasos callejeros, limosneros, madres solteras, vendedores ambulantes, jóvenes y niños en situación de calle, ancianos en estado de abandono y otras personas que deambulan por el centro, son los comensales de este lugar que no cuenta con subsidio alguno.