St. Peter y USA
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Barack Obama dijo adiós en un gran discurso. Para eso siempre fue bueno: para los discursos que lo llevaron a la Casa Blanca durante ocho años. Mucho aderezo verbal, pero para gobernar ha sido un fiasco.
Obama me conquistó desde hace 12 años, cuando me cautivó con un discurso sobre la esperanza, la política despartidizada y ya no me acuerdo cuántas cosas más. Ese Obama se esfumó en la Presidencia. Desde que se doblegó ante los grandes bancos y se sumó al crecimiento acelerado de la deuda nacional, Obama se convirtió -para mi frustración- en un presidente terriblemente malo.
Sus políticas liberales se parecen a las fórmulas clientelares de AMLO. Repartir bonos, despensas, crear votantes cautivos es la especialidad de la casa. Salvo que por lo menos a Obama no le resultó y terminó encumbrando a su peor enemigo, el señor Donald Trump.
Mi padre decía que el éxito más importante de un gobernante es a quién deja de sucesor. Obama está dejando a Trump. Él lo creó, pero no puede reclamar el mérito porque no lo quería e hizo todo lo que pudo para bloquearlo. Ahora que se aguante.
Hablo de Obama como referencia para hablar de San Pedro, Nuevo León, de allí el “St. Peter”. El Gobierno de Washington, el de los Estados Unidos en su conjunto se parece al gobierno de San Pedro. No saben qué hacer con la jauja y terminan gastando y hasta endeudándose irresponsablemente. Tiran dinero hasta decir ya no, pero como son ricos, no se nota y como los otros municipios están peor en todos los sentidos, políticamente sobreviven.
Mauricio Fernández debe verse en el espejo de Obama. Ambos creen que lo han hecho de maravilla. Obama hace una celebración de su gestión. Los votantes dicen otra cosa muy diferente. Lo mismo le pasará a Mauricio, adiós a la reelección. Andas en las nubes con los humos muy subidos. Haría un favor si renunciara.
Ya no tenemos tiempo para aguantar errores obvios. Ahí está Enrique Peña Nieto convertido en un desastre total. Cero credibilidad, cero orden, cero administración. La denuncia que se hace sobre el presupuesto ficticio, es un escándalo que aún no toma la dimensión que le corresponde.
Peña Nieto y su gobierno, y su secretario de Hacienda defienden el ingreso del gasolinazo a capa y espada. Se nos secó la gallina de los huevos de oro, dice Peña con un cinismo de campeonato. Dejaron morir a Pemex. Fueron irresponsables y lo siguen siendo. El robo de gasolina sigue impune.
El presupuesto base cero de Luis Videgaray, ahora secretario de Relaciones Exteriores, fue un gran engaño. Todo el presupuesto se gasta en desorden y los gastos generales y “otros gastos” desplazan las partidas aprobadas en el Congreso. Ah, claro, hay un artículo que legaliza esta salida falsa. Falso cubre lo más falso.
A final de cuentas, mi optimismo respecto a Trump es que quizá su inexperiencia en el gobierno se traduzca en una actitud cuestionadora. Al igual que St. Peter y quizá multiplicado por 20 el Gobierno de USA tira miles y miles de millones de dólares en programas inútiles. Aquí se trata de un camellón peotonal en Humberto Lobo, allá son millones y millones diarios de “food stamps” para comprar votos. Por eso pierden las elecciones, afortunadamente.
Yo no creo en el lonche gratis y los gobiernos deberían siempre exigir algo a cambio cuando apoyan a gente con mucha necesidad. Algo, lo que sea, pero no regalar dinero.
St. Peter hace muchos años logró gastar 50 por ciento solamente e invertir otro 50 por ciento en obras. Este récord allí quedó, gracias a un empresario alcalde, al igual que Trump sin experiencia en gobierno, pero que cuestionó todo.
Esa es la esperanza que tengo con Trump y su falta total de corrección política y su estilo arrebatador, realmente me tienen sin cuidado. Si él hace una revolución en el gobierno algo bueno nos tocará a nosotros de rebote.
Nosotros somos los autores de nuestras propias desgracias. Eso debemos tenerlo claro, por dejados, por conformistas, por agachones. De todo México, St. Peter es nuestro más pésimo ejemplo.
javierlivas@prodigy.net.mx