Violencia: nunca se puede cantar victoria
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Se ha dicho en múltiples ocasiones, pero las circunstancias actuales obligan a reiterarlo: la actividad delictiva que tiene como forma de operación la violencia no se derrota por decreto, ni de una vez y para siempre. El Estado debe disponerse a una batalla permanente en la cual cualquier descuido se traduce en pérdida del terreno ganado.
Porque quienes han decidido hacer de la delincuencia una forma de vida, y encontrado en el uso de la fuerza la herramienta más eficaz para lograr sus propósitos, difícilmente van a abandonar, por su propia voluntad, la idea de imponernos sus reglas.
Contrario a tal posibilidad, los grupos delincuenciales –sea que se trate de cárteles organizados o de células desarticuladas– están ahí, acechando permanentemente para recuperar el terreno perdido y volver a imponer sus condiciones, tal como lo hicieron hace algunos años.
Su objetivo es claro: arrebatarle al Estado –arrebatarnos a los ciudadanos– una porción del control territorial de las ciudades y actuar desde allí con eficacia e impunidad. Y si las instituciones responsables de prevenir, combatir e investigar los delitos bajan la guardia, lograrán su propósito con relativa facilidad.
El comentario viene al caso a propósito del reporte periodístico que publicamos en esta edición, relativo al registro de media docena de muertes violentas en menos de un mes en la Región Sureste de Coahuila, dos de ellas reportadas ayer.
La estadística resulta preocupante porque el “sello” de las ejecuciones recuerda claramente el modus operandi de las bandas del crimen organizado que mantenían secuestrada nuestra tranquilidad hasta hace muy poco tiempo: cuerpos desmembrados y/o calcinados que dan cuenta del uso desmedido de la violencia en contra de las víctimas.
¿Se trata de las víctimas de una nueva “guerra” por el control del territorio o por la disputa de mercados? ¿Se trata de “viejos ajustes de cuentas” que se están dando ahora tras la reestructuración de los cárteles que operan en la región? ¿Son estas muertes el producto de la incursión en la zona de “nuevos jugadores” en el mapa de la criminalidad?
Cualquiera que sea la respuesta, sin duda las autoridades responsables de investigar y perseguir los delitos deben actuar con celeridad y eficacia para evitar que hechos como estos vuelvan a instalarse como parte de la “normalidad” de nuestra región, pues se trata ciertamente de una realidad que no deseamos volver a padecer.
Y no se trata de que salga alguien a ofrecernos un buen discurso o a comprometerse personalmente con la solución del problema. Se trata de algo relativamente más simple: se trata de que no volvamos a reseñar episodios similares y la evidencia deje claro, en los siguientes días, que se trató sólo de sucesos aislados que no van a convertirse en una tendencia.
Ante las recientes ejecuciones registradas en la ciudad, las autoridades deben actuar con eficacia para evitar que ese panorama vuelva a ser parte de nuestra ‘normalidad’